Renovar el sistema de partidos

 


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El autor es periodista. Reside en Santo Domingo.

El sistema de partidos de la RepĆŗblica Dominicana debe ser renovado para convertirlo en un soporte ideal y legitimo del sistema democrĆ”tico, para lo cual es imprescindible, el cumplimiento fiel de las leyes, sobre todo de la ley electoral cuyo órgano, la Junta Central Electoral, es la responsable de aplicar rigurosamente, cosa que no hace, debilitando asĆ­ a los propios partidos, y, consecuentemente, la dĆ©bil democracia que sostiene el rĆ©gimen polĆ­tico vigente.

Por lo tanto, es fundamental, que la JCE sea un organismo fuerte, confiable, competente, sin ataduras polĆ­ticas o partidarias, en el que todos podamos creer y confiar.

La llamada “clase polĆ­tica” es la responsable de la crisis polĆ­tica, de la degradación, de valores Ć©ticos y morales de los llamados lĆ­deres, que actĆŗan al margen de la ley electoral que ellos mismos aprueban en el Congreso.

(Un ejemplo que ilustra lo que digo: El expresidente Leonel FernÔndez no podía ser candidato a la presidencia de la República después de haber perdido la convención del partido del que fuera presidente, pero formó o compró un partido para presentarse en las elecciones, colocÔndose por encima de la ley. La Junta Central Electoral, en violación a su propia normativa, lo permitió sin ninguna consecuencia, creando un precedente inaceptable).

En este paĆ­s todo lo que estĆ” prohibido, taxativamente en la Constitución y sus leyes adjetivas, estĆ” permitido. Ninguna institución en el paĆ­s estĆ” mĆ”s desacreditado y degradado que la justicia en sentido general. No existe un solo órgano judicial que merezca la confianza del pueblo dominicano.

El sistema judicial dominicano tiene un sello de clase indeleble, que solo funciona cuando se trata de ciudadanos humildes, sin abolengo ni recursos económicos que les permita contratar o comprar abogados, fiscales y jueces. (Justicia para los pobres enviÔndolos a la cÔrcel, impunidad y libertad para los ricos)

Los partidos funcionan como empresas corporativas las cuales les permite a sus dirigentes mƔs influyentes acumular fortunas a travƩs del Estado.

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se transformó en una poderosa maquinaria estatal corrupta para beneficio de sus principales lideres, aquellos que “entraron con chancletas y salieron en yipetas”.

Fue durante su “ERA” del PLD, no la “ERA” de Trujillo, que los dominicanos nos convertimos en un pueblo de “ludópatas”, convirtiendo los juegos de azar, en la Ćŗnica esperanza de conseguir dinero. En este paĆ­s hay mĆ”s bancas que escuelas, universidades y centros culturales.

Cada grupo en el PLD tenĆ­a su propio consorcio de bancas, permitiendo que mucha gente del bajo mundo integrara el poderoso ejĆ©rcito de “banqueros”, “riferos” y “narcos” que luego se convirtieron en diputados y senadores ingresando en las filas de todos los partidos.

JamƔs sabremos el daƱo Ʃtico, moral y cultural que le hizo el PLD-FP, Leonel y Danilo, al pueblo dominicano. Servir al Partido para Servir al Pueblo, no fue mƔs que una consigna del profesor Juan Bosch, que sƭ fue un referente Ʃtico, no sus discƭpulos.

La polƭtica no puede continuar siendo una fuente de enriquecimiento personal. La polƭtica debe ser como un sacerdocio, para servir a los demƔs, no para servirse de los demƔs a travƩs del Estado.

Debo decir, sin embargo, que la mayorƭa de los partidos estƔn integrados por hombres y mujeres decentes, estudiosos, honrados y trabajadores, que quieren vivir en armonƭa y paz, no en el desorden y el l caos en que viven hoy, gracias, principalmente, a los

polĆ­ticos que han hecho de la polĆ­tica una desgracia de la que hay huir despavoridamente.

Reunión

Los partidos, todos, deben reunirse, convocados por el Consejo Económico y Social, o cualquier otra entidad con aval moral, para discutir su comportamiento, el financiamiento electoral, cómo impedir que “banqueros”, “riferos” y “narcotraficantes” se cuelen

en sus estructuras, limites en TSE los aportes financieros de empresarios, amigos y relacionados, etc.

Fortalecer la ley electoral, la propia JCE y el TSE, multas, sanciones, entre otras medidas. Los partidos políticos no pueden seguir siendo parte del problema político y social del país, tienen que ser parte de la solución. De lo contrario, no tiene sentido su existencia, ni la existencia de la débil democracia vigente.

(En la escuela el profesor le pregunta a un niƱo: ¿A quĆ© se dedica tu padre? El niƱo responde:

“mi padre es un profesor de matemĆ”ticas en la UASD? El maestro llama a otro alumno y le formula la misma pregunta: ¿A quĆ© se dedica tu padre? El menor guarda silencio. ¿QuĆ© ocurre? Interroga nuevamente el maestro:

“Nada profesor, es que me da vergüenza”, responde el menor. Mi papa es diputado, dueƱo de muchas bancas de apuestas”)

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