El sistema de partidos de la RepĆŗblica Dominicana debe ser renovado para convertirlo en un soporte ideal y legitimo del sistema democrĆ”tico, para lo cual es imprescindible, el cumplimiento fiel de las leyes, sobre todo de la ley electoral cuyo órgano, la Junta Central Electoral, es la responsable de aplicar rigurosamente, cosa que no hace, debilitando asĆ a los propios partidos, y, consecuentemente, la dĆ©bil democracia que sostiene el rĆ©gimen polĆtico vigente.
Por lo tanto, es fundamental, que la JCE sea un organismo fuerte, confiable, competente, sin ataduras polĆticas o partidarias, en el que todos podamos creer y confiar.
La llamada “clase polĆtica” es la responsable de la crisis polĆtica, de la degradación, de valores Ć©ticos y morales de los llamados lĆderes, que actĆŗan al margen de la ley electoral que ellos mismos aprueban en el Congreso.

En este paĆs todo lo que estĆ” prohibido, taxativamente en la Constitución y sus leyes adjetivas, estĆ” permitido. Ninguna institución en el paĆs estĆ” mĆ”s desacreditado y degradado que la justicia en sentido general. No existe un solo órgano judicial que merezca la confianza del pueblo dominicano.
El sistema judicial dominicano tiene un sello de clase indeleble, que solo funciona cuando se trata de ciudadanos humildes, sin abolengo ni recursos económicos que les permita contratar o comprar abogados, fiscales y jueces. (Justicia para los pobres enviÔndolos a la cÔrcel, impunidad y libertad para los ricos)
Los partidos funcionan como empresas corporativas las cuales les permite a sus dirigentes mƔs influyentes acumular fortunas a travƩs del Estado.
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se transformó en una poderosa maquinaria estatal corrupta para beneficio de sus principales lideres, aquellos que “entraron con chancletas y salieron en yipetas”.
Fue durante su “ERA” del PLD, no la “ERA” de Trujillo, que los dominicanos nos convertimos en un pueblo de “ludópatas”, convirtiendo los juegos de azar, en la Ćŗnica esperanza de conseguir dinero. En este paĆs hay mĆ”s bancas que escuelas, universidades y centros culturales.
Cada grupo en el PLD tenĆa su propio consorcio de bancas, permitiendo que mucha gente del bajo mundo integrara el poderoso ejĆ©rcito de “banqueros”, “riferos” y “narcos” que luego se convirtieron en diputados y senadores ingresando en las filas de todos los partidos.
JamĆ”s sabremos el daƱo Ć©tico, moral y cultural que le hizo el PLD-FP, Leonel y Danilo, al pueblo dominicano. Servir al Partido para Servir al Pueblo, no fue mĆ”s que una consigna del profesor Juan Bosch, que sĆ fue un referente Ć©tico, no sus discĆpulos.
La polĆtica no puede continuar siendo una fuente de enriquecimiento personal. La polĆtica debe ser como un sacerdocio, para servir a los demĆ”s, no para servirse de los demĆ”s a travĆ©s del Estado.
Debo decir, sin embargo, que la mayorĆa de los partidos estĆ”n integrados por hombres y mujeres decentes, estudiosos, honrados y trabajadores, que quieren vivir en armonĆa y paz, no en el desorden y el l caos en que viven hoy, gracias, principalmente, a los
polĆticos que han hecho de la polĆtica una desgracia de la que hay huir despavoridamente.
Reunión
Los partidos, todos, deben reunirse, convocados por el Consejo Económico y Social, o cualquier otra entidad con aval moral, para discutir su comportamiento, el financiamiento electoral, cómo impedir que “banqueros”, “riferos” y “narcotraficantes” se cuelen
en sus estructuras, limites en TSE los aportes financieros de empresarios, amigos y relacionados, etc.
Fortalecer la ley electoral, la propia JCE y el TSE, multas, sanciones, entre otras medidas. Los partidos polĆticos no pueden seguir siendo parte del problema polĆtico y social del paĆs, tienen que ser parte de la solución. De lo contrario, no tiene sentido su existencia, ni la existencia de la dĆ©bil democracia vigente.
(En la escuela el profesor le pregunta a un niƱo: ¿A quĆ© se dedica tu padre? El niƱo responde:
“mi padre es un profesor de matemĆ”ticas en la UASD? El maestro llama a otro alumno y le formula la misma pregunta: ¿A quĆ© se dedica tu padre? El menor guarda silencio. ¿QuĆ© ocurre? Interroga nuevamente el maestro:
“Nada profesor, es que me da vergüenza”, responde el menor. Mi papa es diputado, dueƱo de muchas bancas de apuestas”)

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